Cuando hablamos de lunas tintadas, hablamos de cristales que el vehículo trae de serie de un color más oscuro, con la intención de absorber parte de la luz exterior para reducir la temperatura del interior, así como los deslumbramientos.
Por su parte, las lunas laminadas o precortadas son lunas convencionales o tintadas a las que se les añade una lámina de oscuridad, variable a elección del cliente. Están hechas de poliéster y, por un lado, lleva aplicada una capa acrílica y, por el otro, una capa adhesiva y un protector para su instalación. Se venden homologadas y son elaboradas de forma específica para cada modelo y marca de vehículo.
Las lunas laminadas tienen las ventajas de frenar el efecto de deterioro que tiene el sol sobre la tapicería y los materiales de plástico del habitáculo y de impedir que los fragmentos de cristales salgan despedidos en caso de accidente o golpe. Además de compartir con las tintadas, bloquear los rayos UVA, reducir la temperatura del interior del vehículo y evitar deslumbramientos.
Legalizar las lunas tintadas era algo que se exigía hasta inicios de los 2000. Pero, gracias a los últimos cambios en el Manual de Reforma, ya no es necesario realizar ninguna inspección extraordinaria para las lunas laminadas- pero debes asegurarte de que están homologadas-. Para las lunas tintadas obviamente que no, puesto que es un elemento de serie.
Sin embargo, existen algunas limitaciones sobre las lunas tintadas: no pueden instalarse en los cristales delanteros, tanto el frontal como las dos ventanillas laterales. Esto es así porque la visibilidad del conductor debe ser óptima en todo momento.
Y a ti, ¿te gusta ir con los cristales del coche más oscuros?
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